19/6/11

EL COGOTE


Con este nombre se conoce la montaña o el cerro más emblemático de nuestro pueblo. Con una altitud de 1.303 metros, es el mirador perfecto para divisar la zona norte de la Sierra de Avila y las extensas llanuras de la Moraña.
Nuestro pueblo se asienta en la falda de la montaña, en la ladera sur, a una altitud de 1.125 metros sobre el nivel del mar, aproximadamente.
Algunos creen que, en su cima, existió una plaza de toros, ya que existe una hilera de piedras pequeñas en forma elíptica. Otros dicen que era un campamento celta desde donde podían observar bien al enemigo, debido a su estratégica situación.
El hecho de haber encontrado piedras y un verraco de origen celta en las proximidades del pueblo hacen pensar en ello.
Piensan también que pudieran ser corralizas para el ganado.
Sin embargo, la opinión más verosímil sobre su origen hace pensar que se trate de un monumento mágico-ritual prehistórico, o de un monumento megalítico desde el Neolítico al Bronce. La mayoría de las piedras son pequeñas, aunque existen algunas más grandes que debieron servir de jambas para las puertas.
Algunos científicos y estudiosos afirman que fue un monumento destinado a rendir culto a los dioses y para medir el tiempo. Se trata, pues, de una montaña sagrada donde rindieron culto a sus dioses los primeros habitantes de estas tierras.
Después de conocer un poco su origen, sí podemos afirmar que nuestros padres y abuelos subían cada 5 de enero a esperar a los Reyes Magos tocando los cencerros. En la Peña del Cuervo, jugaban, charlaban y echaban un pitillo esperando a sus Majestades para, a continuación, bajar al pueblo donde les obsequiaban con vino y unos bollos.
No fue hasta el año 2.009 cuando se hizo un pequeño camino para subir con mayor facilidad pues, hasta entonces, había que subir campo a través.
En la actualidad, el Instituto Geográfico Nacional ha construido en su cima un punto geodésico y también se ha instalado un repetidor de banda ancha que envía la señal de internet a los pueblos limítrofes.
Hace unos días, subimos con nuestro profe para enseñárselo. Nos lo pasamos muy bien, aunque las dos niñas de infantil se cansaron un poquito.
Cuando llagamos a la cima, jugamos un rato y comimos algo para reponer fuerzas. Por supuesto, no se nos olvidó a ninguno poner nuestro nombre en un libro de firmas que siempre está allí arriba, bien guardado en un bote hermético para que no se estropee con la lluvia y la nieve.
Antes de bajar, estuvimos leyendo en el libro los comentarios sobre el pueblo, acerca del itinerario o sobre el maravilloso paisaje que desde allí podemos contemplar y que todo el que sube al Cogote deja en él reflejado.


Alumnos de Solana
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