10/6/18

UNA CASA PARA SANTA MARÍA DEL ESPINO (2ª parte)


Cuando llegaron los padres de Leandrín de Peñaranda se encontraron a todos los zagales y zagalas de la zona construyendo con alegría y alboroto un chozo junto al espino donde apareció Santa María. Rápido Leandrín les contó todo y les mostró el busto de la Virgen.

La noticia recorrió rauda y veloz toda la campiña y las visitas al pequeño chozo que zagales y zagalas habían construido para la Virgen se llenaba todos los días de visitantes que acudían a rezar, venerar y pedir la protección de la Virgen. Vino también el obispo de Ávila con su séquito y, con él, grandes señores de las tierras de Ávila y Salamanca. Comenzaron a llover ofrendas y donativos.
Y luego fue todo muy rápido. El obispo encargó al párroco y a la parroquia de Gallegos de sobrinos administrar los donativos y construir una ermita para guardar y venerar la imagen de Nuestra Señora.

Leandrín y su fiel Pardín crecieron a la vez que los muros de la Ermita se iban alzando. El Obispo envió un Arquitecto pero fueron los pastores, ganaderos y vecinos de los pueblos quienes, al terminar sus tareas en el campo, acudían a trabajar y a construir su Ermita para la Virgen. Había expertos pedreros que labraban a golpe de maza las enormes piedras; otros cortaban y preparaban las vigas de madera con sus hachas; en la tejera se hacían las baldosas para el piso y las tejas árabes, todas cocidas en el horno con leña y paja. También estaban los que sabían trabajar la cal viva y en hoyos en el suelo preparaban la argamasa para lucir el interior de la Ermita. ¡Qué alegría sentía Leandrín al ver a tanta gente unida y trabajando con alegría!

Hay que imaginarse el trasiego de carros y carretas con los poderosos bueyes transportando materiales, a las zagalas llevando la comida que compartían todos gozosos, a Pardín y a tantos perros que acompañaban siempre a sus amos… y casi sin darse cuenta la Ermita se completó en toda su estructura. Ahora había que decorar el interior y hacerlo sencillo, bonito y acogedor.


Vino otra vez el Obispo con sus ayudantes y se sentaron a dialogar con todos los pastores, ganaderos y trabajadores para decidir cómo dejar el interior de la Ermita. Todos estaban de acuerdo en poner a la Virgen en un trono elevado para poder verla y venerarla; el párroco de Gallegos mostró las cuentas de las obras y donativos y expresó que tenían aún dineros para hacer algo bonito y que recordase a la gente la Vida de María según los Evangelios; el Obispo venía de visitar el Retablo de San García recién terminado por artistas de la Escuela de Salamanca y les propuso contratarles. Todos estaban de acuerdo y decidieron contratarles y pedirles un Retablo con trono para María y con pinturas que recordasen su vida según los evangelios. Los pintores se pusieron a confeccionar los cuadros y los arquitectos la estructura y decoración de madera que debía soportarlos. El trabajo de los pintores del siglo XVI lo tenemos intacto y bien conservado (después de varias restauraciones), pero el trabajo original de los arquitectos de la madera debió de estropearse por la carcoma y lo que hoy vemos es posterior: otros arquitectos, ya barrocos, volvieron a rehacer el entablado de madera que sostienen los cuadros y que se conserva perfectamente.


Nos toca ahora a nosotros ir a ver los cuadros y descubrir en ellos la vida de María y de su Hijo Jesús.

Posteriormente se hizo el pulpito, el pórtico de entrada, la tribuna trasera y el camerino. En los últimos treinta años ha habido reparaciones de tejado, de campanario, de pórtico y de la casa de la santera o los santeros…


Leandrín y su familia cuidaban la Ermita y recibían a todos los que acudían a rezar a Nuestra Señora del Espino. Desde entonces muchos hombres y mujeres han ejercido el cargo de santeros y santeras que terminó por desaparecer a finales del siglo XX.


Hoy día la imagen de la Virgen del Espino está en su Ermita desde mayo a septiembre y el resto del tiempo en la Iglesia parroquial de Gallegos. En la casa de la santera hay mesas, bancos y sillas para pasar un día o una tarde o la celebración del fin de curso, merendar, recordar a Leandrín, a Pardín, visitar la Ermita y pedir con humildad que Nuestra señora del Espino nos eche una manilla en el camino de la vida (ya sabéis de mayo a septiembre) está disponible para todos sus devotos y para quienes ellos quieran invitar.


Y como terminaba la primera parte terminamos la segunda: “Salud y valentía que a nuestro lado está… Santa María”.


Jesús, el cura.


¡MUCHAS GRACIAS JESÚS!