16/1/17

Con este testimonio de María Jesús Ramos, madre de nuestro compañero Iker, a la cual agradecemos su colaboración; queremos acercaros una tradición propia de nuestro entorno que seguro os gustará conocer.

Pero antes nos gustaría explicaros brevemente qué es eso de la Trashumancia.


La TRASHUMANCIA es el traslado o 'paso' del ganado, guiado por sus pastores, desde las dehesas de verano a las de invierno, y viceversa.
 
LA TRASHUMANCIA (Por Mª Jesús Ramos)


A mis abuelos, mis tíos y mi padre les tocó vivir durante años la experiencia de la trashumancia...



Mi padre empezó haciéndola a los 14 años, y estuvo realizando la Trashumancia junto con mis tíos y abuelo hasta que tuvo 35 años, que fue cuando nació mi hermano. Entonces decidieron que ya no volvían más.

Se marchaban en el mes de noviembre y volvían en el mes de mayo, tardaban en llegar a Extremadura (donde pasarían el invierno) unas dos semanas, pues no era como ahora que las llevan en camiones y tardan sólo unas horas en trasladarlas.

Durante el viaje pasaban mucho frío, pues por la noche no tenían choza donde dormir y tenían que hacerlo al aire, con frío, bajo la lluvia,... También tenían que vigilar las ovejas para que no se escaparan o impedir que se acercaran los lobos.



Llevaban dos caballos para llevar la ropa, las mantas, la comida,... y también para meter en las alforjas a los corderos que iban naciendo por el camino. Así avanzaban hasta que llegaban a Serradilla, a "la Dehesa el Chiste", cerca de Plasencia.

Cuando llegaban allí preparaban una choza que hacían con ramas de encina y ramos. Alí comían, cocinaban y dormían en unos colchones hechos de paja que ellos mismos se fabricaban.

Por la noche se turnaban para vigilar las ovejas.

En el mes de mayo volvían a Muñico para que el ganado pudiera pastar en los campos y  para pasar el verano hasta que volvía el mes de noviembre.

Los últimos tres años que pasaron allí ya llevaban las ovejas en camiones, pero el regreso en el mes de mayo lo hacían andando.

Cuando iban llegando a Muñico, mi abuela y mi madre salían a esperarlos con un buen cocido preparado para celebrar que regresaban a casa después de casi siete meses por allí.


Mi padre me contó que la Trashumancia era muy dura, pasaban muchas calamidades, frío, e incluso hambre. Trabajaban muy duro pues tenían que luchar contra los lobos y también contra la gente que pasaba hambre e intentaba llevarse por la fuerza algún cordero para comer.

Pero, mi padre siempre tuvo un buen recuerdo de la Trashumancia, porque, a parte de lo mal que lo pasaban, también se llevaron unos bonitos recuerdos y amistades.